domingo, 25 de octubre de 2015

Cierra los ojos

   Todos tenemos cumpleaños, todos hemos soplado una vela cerrando los ojos y pensando en ese deseo que todos te dicen que pidas antes de apagarlas, pero… ¿cuándo dejaremos de pedir deseos? 

   Todos hemos pedido deseos a las estrellas fugaces en la noche de san Lorenzo o cuando se nos ha caído una pestaña nos ha hecho ilusión posarla en el dedo pensar en lo que más deseamos y soplar esa pestaña que se lleva tu deseo con ella y mientras lo estás pidiendo asumes que no se va a cumplir pero, igualmente cierras los ojos buscas en tu cajita de los recuerdos y deseas lo que más te apetece en ese momento porque ¿qué sería la vida sin deseos? 

   Cuando camino por la calle y veo a una madre con su hijo, a un perro con sus dueños, a un pobre sin techo, pienso en los deseos olvidados en cada vela de cumpleaños, porque ¿quién se acuerda de los deseos que ha pedido a lo largo de su vida? 

   Como escribió un gran poeta:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. 
 
   Como los sueños, los deseos son ilusiones, momentos de locura, planes a largo plazo o caprichos momentáneos pero, esos deseos hacen que cada día nos levantemos de la cama para luchar por conseguirlos por más imposibles que sean. Y así es el ser humano que por ilusiones nos volvemos locos y sin locura no habría deseos.

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