Todos hemos pedido deseos a las estrellas fugaces en la noche de san Lorenzo o cuando se nos ha caído una pestaña nos ha hecho ilusión posarla en el dedo pensar en lo que más deseamos y soplar esa pestaña que se lleva tu deseo con ella y mientras lo estás pidiendo asumes que no se va a cumplir pero, igualmente cierras los ojos buscas en tu cajita de los recuerdos y deseas lo que más te apetece en ese momento porque ¿qué sería la vida sin deseos?
Cuando camino por la calle y veo a una madre con su hijo, a un perro con sus dueños, a un pobre sin techo, pienso en los deseos olvidados en cada vela de cumpleaños, porque ¿quién se acuerda de los deseos que ha pedido a lo largo de su vida?
Como escribió un gran poeta:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Como los sueños, los deseos son ilusiones, momentos de locura, planes a largo plazo o caprichos momentáneos pero, esos deseos hacen que cada día nos levantemos de la cama para luchar por conseguirlos por más imposibles que sean. Y así es el ser humano que por ilusiones nos volvemos locos y sin locura no habría deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario