miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿Bailamos?

Subir al escenario, qué sensación tan maravillosa, los nervios de antes, esos últimos repasos del baile para ver si te acuerdas, aun sabiendo que va a dar igual que cuando estés ahí arriba no va a hacer falta pensar porque es escuchar la música y desconectar, tus pies, tus manos, todo tu cuerpo empieza a envolverse con ella y notas como se mueven solos sin necesitar pensar en lo que estás haciendo tan solo disfrutándolo, dejándote hacer. Y de repente, te ves volando, como si un ángel hubiera venido del cielo y te estuviera llevando de un lado a otro. Luego para la música, y te quedas en la última posición, solo unos segundos, como firma de lo que acabas de hacer dejas que el público aplauda mientras el corazón se te llena de orgullo y no puedes evitar emocionarte mientras saludas, ahora vuelve el tembleque a las piernas, la risa tonta y toca el momento de bajar, te vas acercando a las escaleras y lo único en que piensas es en no tropezar a la vez que bajas con elegancia, pero la mejor sensación sin duda es que al bajar te está esperando tu madre emocionada mirándote como solo lo hace una madre y no puedes evitar abrazarla porque es la persona con la que más agradecida estás, porque ella fue la que te llevó de la mano a esa primera clase de baile, la que te compra todos los vestidos y no ha fallado a ninguna actuación en 16 años.
-H

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